Práctica 3. La canción de los lunes
La canción que os traigo hoy es exquisita, peliaguda, sublime. Se trata de La sonata para violín en sol menor, pero popularmente conocida como El trino del diablo, compuesta por Giuseppe Tartini y con una inquietante historia detrás.
En 1713, el joven Tartini hizo un pacto con el diablo en un sueño, donde, a cambio de su alma, le concedió tres deseos. Uno de estos deseos fue que el diablo le tocase una pieza romántica, dejándole su violín para ello. El diablo tocó una pieza exquisita y tan emocionante que en el sueño Tartini dejó de respirar y despertó. Ante tremenda obra de arte, el joven compositor intentó, con sus conocimientos y limitaciones mundanas, transcribir la obra de arte a papel, dando lugar a esta pieza musical. Esta historia se la cuenta Tartini al astrónomo Jérome Lalande, según este mismo, y se encuentra en su libro Voyage d'un François en Italie (1765-1766).
Esta pieza musical siempre me ha evocado cierto obscurismo y exquisitez, además de emociones muy fuertes. Si tuviera que relacionarla con obras artísticas, sin lugar a duda, no desaprovecharía el tema de su origen y escogería obras como El jardín de las delicias del Bosco, El aquelarre y Vuelo de brujas de Goya y Éxtasis de Santa Teresa de Bernini. A continuación haré una breve conexión con la pieza musical.
El jardín de las delicias del Bosco, tríptico fechado entre 1490 y 1500, representa la Creación de la Tierra desde un punto de vista religioso. Al ser un tríptico, tenemos varios escenarios: cerrado, vemos el tercer día de la Creación del mundo en grisalla (pintura monocroma en escala de grises), mientras que abierto presenciamos, en pleno color, tres escenas relacionadas con el pecado. En la primera tabla vemos a Adán y Eva, incitantes del pecado original, en la tabla del medio vemos el Paraíso pero de la lujuria, mientras que en la última vemos el Infierno. La relación con El trino del diablo es evidente, pues existe una estrecha relación entre el pecado y el diablo, el cual lo veo sobre todo representado en la tabla del centro. Es un Paraíso sugerente, envolvente y que llama la atención, al igual que lo hace la pieza musical.
![]() |
Tríptico del Jardín de las delicias, El Bosco, copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado |
Por otro lado, Goya no puede falta en esta relación cuya temática es lo diabólico, pues recordemos sus pinturas negras, que reflejaban el pesimismo de la España de finales del siglo XIX. Sin embargo, las dos obras seleccionadas no pertenecen a este conjunto, pues El aquelarre y Vuelo de Brujas, ambos creados entre el 1797 y 1798, forman parte de un conjunto de seis lienzos de temática de brujería, que se caracteriza por la estética de lo sublime terrible.
El aquelarre, de Goya, de Fundación Goya en Aragón, disponible en https://fundaciongoyaenaragon.es/obra/el-aquelarre/526 |
El aquelarre, por un lado, me recuerda de sobremanera al propio sueño de Tartini, donde le vende el alma por tres deseos. Podemos ver la luna, situándolo en un escenario nocturno completamente de pesadilla, pero, pese a ello, mantiene su bellaza e hipnotismo.
El Vuelo de brujas, por otro lado, ambientado igualmente en la noche, evoca otra pesadilla. Esta forma parte de un ritual donde le están insuflando aire (o extrayendo sangre, no se sabe, ya que es una obra enigmática). En el suelo, vemos a dos hombres: uno tapándose los oídos y otro la vista, fiel reflejo de la ignorancia, con el fin de no caer en el hechizo también. Asimismo, veo la correlación pues los seres en el aire me recuerdan a pequeños diablillos.
![]() |
Éxtasis de Santa Teresa, Bernini, extraído de https://historia-arte.com/obras/extasis-de-santa-teresa. |
Finalmente, me gustaría recordaros (o presentaros) el Éxtasis de Santa Teresa, esculpido por Gian Lorenzo Bernini en 1652, Italia. Esta escultura mide más de tres metros y representa, tal y como su nombre indica, el éxtasis de Santa Teresa de Ávila al recibir el don místico de la transverberación. Y es que, sin afán de cometer ninguna blasfemia comparando esta escultura religiosa con un tema diabólico, la semejanza de hechos me parece curiosa. Este mismo éxtasis lo relaciono estrechamente con el de Tartini al escuchar y sentir la pieza musical de su vida. Es más, la luz filtrada que vemos entrar en el corazón de Santa Teresa podrían ser perfectamente las notas musicales de la sonata que entran en Tartini.
En definitiva, espero que dediquéis 15 minutos de vuestra vida a escuchar esta pieza musical, porque indiferentes no os dejará.
Comentarios
Publicar un comentario