PRÁCTICA 3. LA CANCIÓN (O LAS CANCIONES) DE LOS LUNES.

Siguiendo con la tónica de entradas que se entrelazan con momentos especiales de mi vida, en esta práctica, donde la intertextualidad debe estar presente, he dejado mi huella más personal. El mar es una parte esencial de la construcción de mi personalidad. Toda mi vida está marcada por los momentos en la playa y es un lugar que ha sido mi rincón de desconexión en múltiples ocasiones. Tengo la inmensa suerte de haber nacido en el Mediterráneo, como nuestro querido Serrat, y de tener la playa más cercana a escasos 10 minutos en coche. Además, haberme mudado a Alicante para realizar el Máster tampoco me ha alejado de la costa. Partiendo de este breve contexto, he elegido dos canciones y dos cuadros para explicar las relaciones intertextuales que encuentro entre todos estos elementos.

 

La gran ola de Kanagawa - Katsushika Hokusai (1831)


Este cuadro es tan importante para mí que hasta lo llevo tatuado. Decidí hacerlo el año donde estuve viviendo unas semanas en una casa de playa por primera vez en mi vida. La primera vez que vi este cuadro sentí fiereza e ímpetu, sentimientos que siento que son imprescindibles en mi día a día.

 

Esta obra pertenece a Katsushika Hokusai, alumno aventajado de la escuela ukiyo-e ("imágenes del mundo flotante"). El autor nos comenta que este cuadro es una imagen congelada de la época medieval y tradicional en el que estaba sumergida la ciudad de Japón. Esta imagen congelada se conoce también con el término xilografía, puesto que refleja una escena alejada de la Industrialización y anclada en un mundo mucho más humilde y sencillo (Sala, 2023).


En el artículo de Sala se señala que la presencia del Monte Fuji pasa completamente inadvertida al encontrarse en el fondo de la xilografía, puesto que la gran ola roba todas las miradas con su feroz "garra" en la cresta. La imagen nos muestra una ola gigante, que no un tsunami, como mucha gente se piensa, que era uno de los grandes peligros a los que se enfrentaban los pescadores de la zona. Por último, me ha parecido muy curioso descubrir que el azul que podemos ver en el cuadro es un azul que se utilizaba en las pinturas europeas, el azul de Prusia, que se logró obtener gracias a que China lo importaba. Este color confirió al cuadro un color azul mucho más intenso y llamativo.

 

Un dato llamativo sobre toda la historia de La gran ola de Kanagawa es que fue el cuadro referente de muchos artistas que pintaron sus obras entre finales del siglo XIX e inicios del XX. Vicent van Gogh fue un gran amante de este cuadro, por destacar alguno. Le gustaba tanto la colorimetría de la ola que le inspiró para pintar él el celebérrimo cuadro La noche estrellada (Sala, 2023). Este dato lo desconocía y me ha encantado descubrirlo porque el cuadro de Van Gogh es también de mis favoritos.


End Credits (From "Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides") - Hans Zimmer (2011).

La segunda película que recuerdo haber visto en el cine fue Piratas del Caribe: En mareas misteriosas. Cómo olvidar un visionado tan especial donde descubrí tantas cosas del mundo audiovisual. Al final de la película sonó una canción que marcaría el resto de mi vida. Todos conocemos las maravillas musicales que ha creado Hans Zimmer a lo largo de los años, pero soy incapaz de elegir otra que no sea End Credits. Es la banda sonora de los momentos donde he necesitado esa fuerza que desprende la canción para afrontar lo que estaba por venir. Esta canción evoca ímpetu, fiereza y energía. La que desbordaba de Jack Sparrow; la que sientes al ver el cuadro de Hokusai. Ambos elementos unidos me generan sentimientos de energía, vitalidad, fuerza e ímpetu; de sentir que nada ni nadie podrá conmigo. Por lo que creo que esta relación intertextual es bastante oportuna y acertada, sobre todo por unirlo a momentos de mi vida donde requiero de esa fuerza que me transmite el cuadro y la canción. 

                                               Chicos en la playa - Joaquín Sorolla (1910).

Todos los cuadros de Sorolla han logrado remover en mi interior muchos recuerdos y sentimientos. Su forma de pintar ha sabido transmitir lo que es vivir a orillas del Mar Mediterráneo. Este cuadro me ha llamado mucho la atención desde siempre, porque me hace recordar todos los veranos en la playa jugando con mi hermano pequeño donde no importaba nada, solo teníamos que disfrutar del agua salada y de la arena por todos los recovecos de nuestro cuerpo. Los recuerdos de días felices siempre son alegres, y la forma de pintar tan característica del pintor valenciano siempre ha sido una delicia para mis ojos.

En las siguientes líneas procederé a hablar un poco del cuadro que he elegido de Joaquín Sorolla.

La información que comento en este apartado la ofrece la página oficial del Museo Del Prado. Lo primero que se debe destacar de la pintura es que culmina una serie de cuadros que hizo Sorolla durante una larga estancia en Valencia, por lo que hay cuadros anteriores a este que comparte la temática de la infancia y el mar. La desnudez infantil tendida bajo el sol en un momento gozoso se vincula con el concepto del movimiento de las aguas que tanto interesaba al pintor. Citando al Museo, Sorolla «representó el movimiento de las aguas en torno a los cuerpos, en amplísimas pinceladas de tonos turquesas, azules, violetas y malvas» (Barón, 2009). La unión de luces y sombras creada por el pintor evocan escenas únicas, y esta obra es una justificación muy válida sobre el hecho de considerar a Joaquín Sorolla “el pintor de la luz”.



Entre dos aguas - Paco de Lucía (1981).

Celebérrima canción del músico andaluz. Pertenezco al municipio murciano de La Unión, lugar donde se realiza cada agosto el Festival Internacional "Cante de las Minas". En este festival se reúnen figuras importantes del mundo del Flamenco y jóvenes artistas que buscan su lugar dentro de este género musical. Estos últimos lucharán por lograr la codiciada Lámpara minera, el premio principal de este certamen. Miguel Poveda lo consiguió el año que participó (1993), como dato interesante. Al pertenecer a un lugar como este, el flamenco ha formado parte de mi vida desde que tengo memoria.

Cada vez que escucho el disco al que pertenece la canción de Entre dos aguas vuelvo a la infancia, pero esta canción me recuerda a esos momentos donde estás en la orilla del mar disfrutando del sol mientras la brisa te acaricia la piel. Esta canción me transmite la paz que también evoca el cuadro de Sorolla. La calma, el disfrute, la relajación. Las dos caras de la moneda de mi vida. La fuerza y la energía; y la paz y la relajación. Por eso creo que esta canción y la pintura con la que la relaciono comparten una relación intertextual muy interesante.

FUENTES:

Chicos en la playa - Colección. (s. f.). Museo del Prado. https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/chicos-en-la-playa/edd7a202-c069-49f1-a3f4-eacf9b4022c2Extraído de Barón, J. (2009). Joaquín Sorolla. Museo Nacional Del Prado. pp. 406-409.

Sala, À (2023, 4 diciembre). El icono japonés que fascinó a Van Gogh. https://historia.nationalgeographic.com.es/ https://historia.nationalgeographic.com.es/a/gran-ola-kanagawa-icono-japones-que-fascino-van-gogh_19322 

Comentarios

  1. Me encanta la relación de ambos cuadros con las canciones que has elegido, Isa. ¡Muy buenos temas, por cierto!

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